Futuros estudiantes

Se dice que la elección de tu carrera y la de tu esposo o esposa son quizás las dos decisiones más grandes que tomes en tu vida. ¿Esto te asusta? Es normal que lo haga. De todas formas, tenemos una buena noticia para ti: ¡tomaste la decisión correcta!

Largo y duro es el camino, pero también lo es divertido e interesantísimo. Desde el uniforme azul hasta la bata blanca, el estetoscopio en tu cuello y la posible taza de café en tu mano; desde el “confuso” libro de embriología, hasta tu vida sumergida en Medicina Interna de Harrison; desde pasar las tardes libres en los cafés, hasta disfrutar de un sándwich compartido camino al hospital.

Créelo, no se trata de cómo te verás, porque al final el cabello impecable y la barba perfectamente cortada quedan en segundo lugar, y será el paciente frente a ti tu prioridad número uno. Lo importante, al final de todo, es aprender mucho, tanto como puedas, y aprender a poner en práctica ese conocimiento, para lograr lo que fuimos encomendados a hacer desde el momento en que elegimos nuestra carrera: proteger la vida e integridad humana. Lo demás, como suele decirse, vendrá por añadidura. Tú esfuérzate en conocer tus verdaderas capacidades humanas, llegando al máximo y desarrollando inimaginablemente tu potencial, recordando en todo momento que esto no lo haces sólo por ti, sino por el futuro de tu familia, tu país y el mundo entero.

Ten en cuenta siempre tus valores; recuerda que la medicina tampoco debe opacar tus creencias, sino que deben fortalecerse unas a otras para que te formes académica y éticamente, y llegues a ser esa persona que bien sabes que puedes ser.